martes, 29 de abril de 2008

QUEBRANTO

El agua que bebo se seca al llegar a mis labios, en mis lamentos,
Evaporando mis quejidos, minuto a minuto, en cada momento.

La noche se hace eterna, distante y vacío queda, sin deseos, el día
Porque el agua negra que intento beber, ya no hidrata el alma mía.

Cuánta sed tienen mis resecos labios... ¡Ay! ¡Qué quebranto!
Tanto que mueren el furor y la felicidad, entre risas y llanto.

Si veo cerca un manantial de aguas nuevas, colmadas de ilusión,
Es porque aún queda algo de esperanza dentro de mi corazón.

Pero sé que no tiene sentido morir sufriendo por el condenado pasado
Si nadie en este mundo infiel, me amó jamás como yo he amado.

El agua lúgubre que bebo se escurre mugrienta por mis venas,
Ahogando mis latidos, mi soledad, pero nunca mis sucias penas.

Las horas se mezclan irónicas, con el amargo y ufano sabor
De la bilis que beben mis labios, como fiel vástago de dolor.

Cómo duele perder la cordura, perder la calma. ¡Ay! ¡Qué quebranto!
Cuando percibe mi corazón roto que nadie me ama, y eso duele tanto...

Y rompo en llanto, olvidado y seco, porque sólo queda soledad.
El agua es negra, por eso muero de sed, quebrado y sin amar.

Aunque pienso que no vale la pena llorar a mares, el negro pasado,
Si nadie en este mundo infiel, me amará jamás como yo he amado.

Porque nadie en este mundo infiel me amará jamás como yo he amado,
Hoy tengo tanta sed, y me siento perdido y triste... ¡Ay! ¡Qué quebranto!

VERDE MANTO DE PIEDAD

Deseos que brotan de la tierra herida,
Dañada por el rugir de los astros mecánicos.
Deseos perpetuos de dignidad, de justicia
Que buscan alivio, que claman piedad.

La tierra se auto consuela, se niega a oír
Palabras vacías de grotesca y gris ciudad,
Que intente reclamarle por justas ganas de vivir
Si no puede contemplar la sabiduría de su actuar.

Deseos que mueren con el pasar de los días,
Mientras el hombre destruye sin caridad
El verde que queda entre las sombras dormido.
Deseos de que sea otra esta cruel realidad.

La tierra se quiebra, se hunde, se esparce
Cual polvo flotante, planeando hacia un más allá,
Viendo a las especies morir, desaparecer...
Viendo caer lentamente a la misma humanidad.

Deseos que castiga el hombre, con su mano de acero,
Y con su mente despierta al concretar su continuidad.
Deseos de esperanza, de una nueva conciencia
De que a sí mismos se den otra oportunidad.

La tierra padece tanto dolor consumido,
Tanta locura y poder, tanto odio y vanidad
Que llora a mares la muerte de lo vivo,
Que pide al hombre un manto de piedad.

TODO A MI MANERA

Quise romper las reglas de este mundo hostil, infiel,
Para regalarte un puñado de amor; mi amor.
Pero no supiste ver más allá de tu nariz,
Y me quedé con tanto cariño en mi corazón.

Prometí darte esa paz que tanto anhelabas,
Ser tu bandera, tu estandarte, tu credo, tu oración.
Te prometí amor eterno y te entregué el alma,
Pero el destino sólo quiso romper aquella ilusión.

Quise buscar una estrella para habitarla contigo,
Donde nadie se atreviese a hacerte daño, mi amor.
Pero caí herido, por defender tu cansancio,
Y en el suelo, disperso y roto, quedó mi corazón.

Tal vez mi error fue haberte amado, cariño mío,
Pero juro, si es así, mil veces más me volvería a equivocar.
Te prometí felicidad y otra vez te hice sufrir,
Por hacerte reír con mi risa, sólo te hice llorar.

Te juré fidelidad, aún siendo infiel a mis deseos,
Pero me perdí en el vacío de la mediocridad,
Y ahora no sé qué es lo que necesita tu alma
Para sentir dentro suyo, aquella olvidada felicidad.

Quise apaciguar tanto dolor herido en ti,
Y ser quien pudiera, tu pasado gris borrar.
Pero he vuelto a fracasar por querer verte bien,
Que por amarte como sé, te volví a lastimar.

Te prometí cambiar, crecer, demostrar madurez,
Y tal vez, tú no notaste alguna mejoría en mí.
Aunque juro con mi vida, que di lo mejor,
Di todo mi amor, sólo para hacerte feliz.

Tal vez, nada cambie entre tú y yo, vida mía.
Tal vez de vernos juntos, se hartó el destino
Y ya no hay cuentos dulces con finales felices,
Sólo lágrimas frías, tu cansancio y el mío.

Quise enmendar mis errores, y aprender de ellos,
Pero lamentablemente jamás aprendí a callar...
Te pido, perdones a mi corazón, quebrado, partido
Y quédate conmigo, porque eres mi gran necesidad.

Intenté ahondar por tus recuerdos perdidos,
Para traer a tu mente mi sonrisa más bella.
Pero hoy, todo ese amor que te di, viaja herido,
Tan lejos de ti, donde se apaga nuestra estrella.

Tal vez, nada mejore entre tú y yo, amor mío,
Tal vez esta vida se cansó de vernos felices,
Y tus manos se enfriaron con la monotonía de mi cariño.
Ya no quiero discutirte, todo es como tú lo dices...

Te prometí tantas cosas hermosas, sólo por amarte,
Que aunque no creas y te cueste trabajo, los intenté cumplir.
Y no sé si seguiré a tu lado, si me amarás por siempre,
Pero recuerda que me alegraría, como sea, verte feliz.

Y si no es conmigo, no importa, vida mía,
Pues, no soy egoísta, juro que nunca lo fui.
Tal vez buscaba cariño, tú, paz y tranquilidad
Y ahora, con tan poco amor, puedo morir.

Porque tal vez, nada cambie entre nosotros.
Tal vez de vernos juntos, se hartó el destino
Y ya no hay cuentos de hadas con finales felices,
Sólo lágrimas frías, tu cansancio y el mío.

Sólo quise sanar en ti, tanto dolor herido,
Y ser quien pudiera, amor mío, tu alma rota curar.
Pero he vuelto a fracasar, por hacer todo a mi manera
Y por amarte como sé, te volví a lastimar.

AGONÍA

El corazón se cansa de oír los latidos,
La mañana, de recibir al sol.
La melancolía se aburre de tanta tristeza
Que castiga a los minutos de un tierno despertar.

Los silencios sucumben ante los fastidios,
Las rosas se sumen a la dominancia espinal.
El recuerdo se hastía de la memoria herida
Y la herida memoria, de tantos fracasos nuevos.

Las miradas se pierden entre los ojos monótonos,
Las huellas se cansan de los pasados sueños.
Las estrellas se pierden en la febril nostalgia
Que perdona alegrías, sentencia los deseos oscuros.

El cuerpo se aborrece de los órganos vivientes,
El cielo tirano, de ese mismo azul profundo.
Las montañas entristecen de tanto frío
Que se enferman las cumbres al caer la nieve.

El corazón se cansa de oír los latidos,
Mi alma enfurece al recordar lo hiriente.
Las palabras lastiman las caricias eternas
Que en constante agonía, rompen en llanto.

NEGRO HECHIZO

Noche, que me diste la oportunidad de conocerle,
Entregaste a mis manos su cariño dormido,
Y la inocencia danzante, plasmó su sonido,
Sacudiendo mis labios con un “te amo” prohibido.

Rompió mi negro hechizo todo ese amor eterno,
Y mi cariño aumentó, borrando esa silente soledad.
Lo bello de sus ojos se quedó aquí conmigo...
Noche, gracias por darme esta nueva oportunidad.

Noche, que me diste la certeza de que en mi pensaba,
Y dejaste al descubierto, su corazón sacro y misterioso,
Que redimió todo el dolor que hirió mi alma, con un “te quiero”
Y sanó las llagas de mi piel con un “te amo” glorioso.

Anclado en el mar de su bella felicidad, me sentí a gusto,
Con sus besos, sus palabras y caricias, me sentí querido.
Protegido, feliz y amparado, por su cálido abrazo
Que hoy tiene mi amor y su amor, es para siempre mío.

Y mi hechizo, el más negro de todos, rompió con su amor,
Bajo la melancolía y la euforia de tu manto de estrellas.
Noche, que por ti revivo en su andar y en su conciencia,
Presencia nuestra unión, porque es la más santa, la más bella.

Noche, que trajiste a mí, su corazón para que me amara,
Entregando a mis instintos, su espíritu pleno y compasivo,
Deja que inmole con su cariño, el cuerpo mío, cansado y herido.
Noche majestuosa, gracias por hacer de su amor, algo mío

Noche eterna, gracias por romper con su amor, mi negro hechizo.

AUTOCRÍTICA

E n la elevada cumbre del esfuerzo, estoy yo,
D urmiendo, peleando, hiriendo, amando.
U niendo mis miedos a cualquier fracaso,
A rrancando mis dudas, volviéndolas certezas,
R ogando mejorar, dejar el orgullo y la necedad.
D ominar mis impulsos, siempre he querido,
O scilante entre el llanto y la felicidad.

H oy, cuenta me doy de que carezco de humildad,
O lvidando a veces, el lugar que ocupo;
R ondando el desacierto, la ira y la soberbia,
A pagando el cariño de quien esté conmigo.
C ómo cambiar, si no puedo dejar de criticar...
I magino que se puede cerrar la boca
O callar a tiempo, para dejar de lastimar.

Q ué equívoco pensamiento, de sentir que todo lo puedo,
U n día estoy en la cumbre, al siguiente en el suelo;
I gualando la vanidad que hay en mi ser, con el
R ugir de mis lamentos: taciturnos, gallardos, siempre llenos de
O dio, y tanto que, sangra mi dignidad,
G guardando esa distancia con el mundo, conmigo mismo,
A ñorando ser feliz, necesitando cambiar.

MEDIOCRIDAD

Qué mediocre es tu silencio, cuando callas,
Cuando duermes, cuando respiras, cuando amas.
Tan mediocre que lastimas ese orgullo mío
Que te ama, con entrega y que, con dulzura, apagas.

Qué mediocre es tu ataque, cuando gritas,
Cuando pegas, cuando matas, cuando hieres.
Casi perfecto, pero equívoco, injusto y despiadado,
Que sangran mis pensamientos si me quieres.

Qué mediocre es tu deseo, si me llamas,
Si me abrazas, si me tienes en tus manos.
Tan mediocre que sucumben mis ilusiones
Cuando gritas silente en mis oídos, un “te amo”.

Qué mediocre es mi creencia, cuando me dices
Que vale la pena ser tu aire, tu tierra, tu fuego,
Si el amor que tengo para darte, lo destruyes
Con la mediocridad de un simple “hasta luego”.

Qué mediocre se vuelven tus pensamientos
Cuando crees que soy tuyo, que me tienes contigo.
Si la tristeza de tu andar quema este cuerpo frío...
Qué mediocre caminar, casi muerto, casi vivo.

Qué mediocre es tu esperanza, de que seré mejor,
Si no tienes paciencia para escucharme, para ser
Un poco de lo que soy contigo, aunque sea por piedad,
En tanto tiempo que llevo cambiando para crecer.

Qué mediocre es tu orgullo, cuando gimes, cuando estás,
Cuando te ausentas, cuando empujas mi felicidad.
Tan mediocre que ni tu calma, ni tu fortaleza,
Ni mis deseos, amor y cariño te dieron esa tranquilidad.

Qué mediocre es tu idea de amor eterno, de amor compasivo,
Si nada te asusta, si nada te hiere, ni te hace doler.
Tan mediocre es tu cariño, que asesina mi fe
Y me vuelve sólo un niño al que amas sin querer.

DULCE PRIMAVERA







La puerta que cerró el invierno,
Con tu amor abriste
Dulce Primavera, reina mía,
Que tu cariño todo me diste.

Las flores que regué por el camino,
Esas que marchitaron en silencio, de frío
Al oír tu voz, Inmortal Primavera,
Despertaron con un canto nuevo y distinto.

La puerta de mi jardín se abrió
Con tu mano floreada, perenne y divina,
Para hacer con mil colores, de mi
Un dulce servidor, mi hermosa amiga.

Afrodita de mis pensamientos, reina mía,
Dale vida a los sueños, y un beso al soñar
A las bellas flores que en mi jardín juegan,
Y cuando decidas, puedes tú descansar.

Observo, mientras tanto, Iluminada Primavera,
Cómo ríes a carcajadas, con los tallos y las hojas.
Te diviertes con los niños y jóvenes enamorados,
Y en tu corazón, mis pensamientos alojas.

Las aves se posan en tus corolas,
Espuma de mar, Venus gloriosa;
Y en tus pétalos las olas vuelven
Anticipando las caricias de las rosas.

Los coloridos cogollos nacen con tu copla,
Dulce Primavera, tierna y delicada flor,
Que el nefasto dios invierno se ha ido
Cuando despertó en mí tu compasivo amor.

La puerta que permanecía cerrada,
Con tu amor abriste
Dulce Primavera, reina mía,
Que tu cariño todo me diste.

La puerta que abriste, con ese dulce amor,
Divina Primavera, no la cierres más.
Deja que jueguen los girasoles con las amapolas,
Mis labios con los suyos, en eterna felicidad.

CANSANCIO Y DOLOR

Cómo puedo amarte si las horas dulces ya las di,
Si los momentos se apagaron con el frío de tu piel,
Si no me nace decirte “te amo” al amanecer.
Cómo puedo amarte si no sé ni lo que es querer.

Cómo puedo amarte si ya no queda más de esa ilusión,
Si desgastaste mi paciencia con un trozo de orgullo,
Si desangró, hasta morir, tu indiferencia, a mi corazón.
Cómo puedo amarte si jamás pude sentirme tuyo.

Cómo puedo amarte si los días sólo dejan su amargura,
Si la inconstancia de tu ser ronda por doquier.
Si las caricias fueron tan escasas que se perdió en mi
La pasión, el deseo, la necesidad de tener tu querer.

Cómo puedo amarte si la soledad anidó en mi sien,
Si la dulzura de mis labios la borraste con tu andar,
Si se arrastró mi delicadeza por el delirio de poseer tu piel.
Cómo puedo amarte su jamás supe lo que es amar.

Cómo puedo amarte si tu cansancio duele más,
Si mis silencios ya no te hieren, ni tus advertencias asustan.
Si las caricias son abrazos ajenos que dibujas lejanos,
Cómo puedo amarte si lo intento y te rehúsas.

Cómo puedo amarte si rompes lo último de cordura
Con un grito eterno, agridulce, siempre silente.
Pues, con un golpe hieres mi paciencia, mi destreza,
Cómo puedo amarte si rompes mi llanto ardiente.

Cómo puedo amarte si escondes secretos en tu mente,
Y la confianza se fuerza hasta endurecer mi corazón,
Si las caricias son insultos que consume tu gélido cuerpo.
Cómo puedo amarte si debo mendigarte un poco de amor.

Cómo puedo amarte si te asfixia mi cariño,
Y el peso de mis manos apaga el latido de tu corazón.
Si las palabras las callas con una mirada humillante,
Cómo puedo amarte si no queda nada de aquella pasión.

Cómo puedo amarte, dime tú, mi supuesto amor,
Si despegas, tomas vuelo en un abrazo ajeno, lejano,
Y las sonrisas son tristeza que propagas por doquier.
Cómo puedo amarte si hundes mi cuerpo flagelado.

Cómo puedo amarte con un puñado de ternura
Que rechazas con diplomacia, con excusas sin razón.
Pues, te di mi alma, mi cuerpo, mi mente exhausta,
Cómo puedo amarte si me cansé de darte amor.

ASTROS DURMIENTES

Bóveda Celeste, que en tus paredes albergas leyendas,
Con el rugir del león, las alas del Pegaso y la historia
De viejas y remotas celebridades de la imaginación
De antiguos hombres, de nuevos descubridores.

La lira, sobre la mesa, junto a la balanza de hércules,
Suena en las manos de Cassiopeia, mientras duerme
Al cisne, a la osa mayor, a los peces y al negro cuervo,
Pensando cómo liberar a su hija Andrómeda del mal.

Y los hermanos Pólux y Castor pelean contra la hidra Macho,
Y el de fuerza sobrehumana, caza a la ballena y al pez austral,
Mientras el pájaro del Paraíso canta, con el unicornio y el fénix
Una canción de cuna para el zorro menor, la otra osa y el delfín.

En el suelo, el telescopio, el triángulo, el compás, el reloj,
La brújula del boyero, el escorpión, el octante y el indio durmiendo,
Porque el sol saluda al día, y la noche se lleva al caballito,
Para que no dañe su vista, para que sueñe con el cangrejo.

Bóveda celeste, que de luces entiendes, como la liebre y el lince,
Como el águila y la paloma, como el dragón y la grulla,
Despierta al toro, el que cuida la jirafa, y llévalo
Junto al sendero de estrellas huérfanas, hasta el Fornax.

Y dile, bóveda de astros, que quiebras la flecha, y das paz,
A la dulce y tierna Virgen, que ilumina el cielo nocturnal
Que cubra con su manto de vela al carnero, y al centauro,
Al can menor y al mayor, que aplaste a la serpiente.

Dulce pantalla de perlas blancas, brillantes y longevas,
Que el escultor se encargó de crear con su cincel,
Pinta de azul el alma mía escondiendo al lagarto y al camaleón,
Para que descansen cuando el sol aparezca.

Bóveda celeste que la escuadra usas en el altar,
Envuelve a Antlia con un deseo de noche eterna, sin final,
Para que brillen todas, pero todas las constelaciones
Que iluminan el camino del triángulo austral, del tucán y Auriga.

La cabeza y la cola se graban en el escudo de Sobieski,
Y Eridano, dueño del pez volador, guarda el dorado, de sagitario,
Para dárselo a Cefeo, para sus perros de caza, mientras el aguador
Llena de agua la copa de la corona boreal, del gran Ofiuco.

Ya el sol está por posarse sobre el firmamento, apresúrate
Bóveda celeste, en dormir a las estrellas, con un arrullo nuevo,
Mientras la cabellera de Berenices peinas con paciencia y dedicación,
Para que mañana, con más brillo, iluminen el cielo lunar.

Bóveda Celeste, que en tus paredes albergas leyendas,
Con las garras del león menor, el retículo y la cruz del sur,
Y la historia de viejas y remotas celebridades de la imaginación
De antiguos hombres, de nuevos descubridores, duérmete.

UN SOBLE SER

Busco al más sencillo, dulce y tierno ser,
Una persona, que sepa y quiera querer,
Que pueda escuchar, que sepa entender,
Que quiera mirar conmigo el amanecer.

Busco una persona que aún le guste jugar,
Que tenga sueños, muchos, para soñar,
Y que cada sueño suyo, me lleve a volar,
Que me pase a buscar, y me enseñe a amar.

Busco un alma compañera, que quiera vivir
Que sepa guardar, tener, dar y compartir,
Que no sea vanidosa, que no quiera sufrir,
Que me tome en sus brazos y me haga reír.

Busco en esencia, con ansias, al más puro ser,
Que me quiera como soy, que me pueda entender,
Que castigue mi demencia con un simple desdén,
Que cure mis heridas y me ayude día a día a crecer.

Busco una persona que no lastime mi santidad,
Que descubra mis errores y que no me sepa juzgar,
Que me llame con una mirada, que me enseñe a callar,
Y que me colme de caricias cada bello despertar.

Busco un alma compasiva, que redima mi existir,
Que reluzca mis carencias, sin dejar de ser feliz,
Que no se apene con mi locura de noches sin fin,
Y que me despierte con un beso apasionado, al partir.

Busco un alma que me desee, busco al más noble ser,
Que acaricie mi corazón herido, y lo pueda sanar,
Que quiera todo este guardado e inmaculado querer,
Y lo más importante que me enseñe con paciencia a amar.

Busco un ser que quiera mi ternura y mi dulzura recibir,
Que borre el oscuro color que opaca mi corazón,
Que a mi lado quiera y desee ser la persona más feliz,
Busco a quien quiera recibir todo este casto amor.

CELESTE CLARIDAD

Celeste claridad, que calmas el llanto de los sauces,
Que mojas con tus lágrimas dulces el cristalino río,
Dame la paz que el alma mía necesita para encontrar
El camino correcto, el sentido que quiero mío.

Celeste claridad, que apaciguas mi agonía, la misma
Que fluye de la tierra castigada y dolida, triste y fría,
Déjame ver las huellas de mi pasado, y de él, aprender,
De lo malo, guardando lo bueno, y hacerlo poesía.

Celeste claridad, que acunas en tus pestañas
La cálida identidad de los faroles nocturnos,
Que se clavaron en el cielo, dame la calma
Que el cuerpo mío, vencido , necesita seguro.

Celeste claridad, que meces la cuna del infante día nuevo,
Despierta en mi cerebro, esas células pensantes,
Las que tengo dormidas, cansadas, desvanecidas,
Y borra de mi mente los negros pensamientos errantes.

Celeste claridad, que susurras mis lamentos, hostigados,
Tiernos, tristes, soberbios, cálidos y fríos... Y fríos,
Profana mi silente sueño, y despierta a mi conciencia,
Que quiero, deseo, necesito encontrar el camino mío.

Celeste claridad, que arrullas a las ya adormecidas promesas,
Limpia los sucios y amargos recuerdos de mi corazón,
Dame esperanza, hazme creer en un nuevo día,
Donde pueda decidir, disfrutar y descubrir el real amor.

Celeste claridad, que bailas con los brazos extendidos del álamo,
Que secas los sollozos de la niña soledad, aliviando
Las contracciones espasmódicas de su diafragma agitado,
Calma también mis dolores, haz que termine mi llanto.

Celeste claridad, que alumbras a los eruditos con tu sabiduría,
Que inspiras con las musas de tu imaginación a los creadores,
Déjame inspirarme con esa luz tuya, y así poder hallarme
En la correcta senda en esta vida, olvidando viejos amores.

Celeste claridad, que marcas las venas de los cadavéricos sueños
Con la tinta púrpura de tu sinceridad, no siempre comprendida,
A veces sentenciada, humillada, contenida y condenada,
Dime honestamente cuál es el camino correcto en esta vida.

Celeste claridad, que perfumas con tu inocencia el rosal,
No importa si me vuelvo a equivocar, si caigo cien veces más,
No importa si la felicidad la encuentro algún día, porque
Sólo quiero, deseo y anhelo sentirme en paz, celeste claridad.

Celeste claridad, que iluminas los ruidos de mi conciencia,
Con un halo de discernimiento, sólo con un gramo de honestidad.
Ábreme tus alas, enséñame a volar, y con un beso de amor
Muéstrame el camino para sentirme calmo, para sentirme en paz.

TRÁGICA ACLARACIÓN

El amor para mí, no es trágico, no es sólo dolor.
Es gran parte de sinceridad, y un poco de pasión.
Tres dientes de cariño, dos pizcas de perdón,
Y un sin fin de besos, y mucha ternura para el corazón.

El amor para mí no es trágico, no sólo desangra.
No siempre se tiene, cuando se gana,
No siempre uno quiere a quien nos ama.
El amor son dos ilusiones dispuestas y enlazadas.

El amor no es trágico, no siempre es tristeza ni dolor.
El amor es el sueño del soñador, la gran obra del pintor.
El amor es la escultura abstracta, del maestro escultor.
El amor es la poesía que escribo. Esa es mi aclaración.

El amor, para mí, no es trágico, no siempre es sufrir,
Es dar la vida por quien amas, y hacerle feliz,
Es obedecerle al corazón, aunque te duela decidir.
El amor, para mí, sólo es amor, esté allí, o esté aquí...

El amor, nunca dije que fuera trágico, sino mas bien
El sentimiento padre que envuelve de magia nuestro ser,
Es el abrazo cálido y sincero, la sonrisa, el beso sabor a miel.
El amor es mucho más que el sentirse dos en una sola piel.

El amor, para mí, no es trágico. Que quede claro, por favor,
El amor es la gloria de las almas, el premio digno, el fervor,
El amor es plena felicidad, aunque a veces duela el corazón,
El amor, es todo, sin él no vivo. Esa es mi trágica aclaración.

IMAGEN

La ventana llora el frío calor de la luz muerta,
La misma que se esconde en la alfombra desaparecida,
Con silencios interrumpidos, con silencios perpetuos,
Siempre sofocados por el gris metal de la cortina.

El piso de mármol de la tenue y moribunda habitación,
Opaca el negro indolente de los sillones donde reposo dormido,
Y una estatua marrón barro, tierra o roble, se quiebra
En el silente grito de tus manos acariciando los labios míos.

Y la pared repleta de ladrillos, me sirve de manto,
Y los vidrios de la ventana se borran desprotegidos,
Cuando la luz histriónica de la vetusta lámpara despierta
Alumbrando mi semblante cansado, adormecido.

Los cuadros de mi habitación se despliegan hasta el sofá,
Para servirme de almohada, para, conmigo, soñar y rezar
Que las caricias - que imagino - siento de tus manos
Vuelvan cuando me levante, cuando termine de descansar.

La puerta arcaica de madera gastada custodia mi sueño,
Mientras el blanco polar del techo opaca mis sentidos.
El viento se relaja cuando yo permanezco estático, acostado,
Soñando que estás a mi lado, que no estoy dormido.

GRANDE

El tiempo impío me lleva a crecer,
Y crecer me lleva velozmente a cambiar,
Y cambiar tan rápido, a dejar de creer.

A dejar de creer en la fantasía de la niñez,
Y a no creer en la ilusión de un magnífico ayer,
A creer en las dudas de los grandes, en la insensatez.

¿Por qué tengo que crecer?... ¡por qué!
Si la responsabilidad y la prisa me llena
Cuando mis juegos y cantos atrás dejé.

Grande, hacerme grande me da miedo,
No creo poder cumplir con cada tarea,
No creo, no puedo, no entiendo, no quiero.

El tiempo mata mi juventud, mis ganas de estar,
Mis juegos, mis llantos, mis carcajadas,
Borra mis cuentos y juguetes para hacerme pensar.

No tiene piedad, sólo acaba con quitármelo todo,
No pregunta si deseo hacerme grande,
No le importa si entre tanto mal, me siento solo.

Y cuántos niños desean ser grandes, sólo desean crecer,
Y llegan a grandes llorando, cansados, sufriendo, agobiados,
Porque niños sin responsabilidades otra vez desean ser.

Grande, no me interesa por ahora ser uno más de los grandes,
Prefiero seguir jugando, bailando, escribiendo mis penas, riendo,
Redactando mis sueños, llorando mis males y mocedades.

Grande, necesito no hacerme grande, seguir jugando, soñar.
Tengo tanto por descubrir con una caja de cartón,
Con mis lápices, mis cuadernos, tantas historias por contar...

El tiempo aniquila lo que el mundo entero ve en mi exterior:
Mi niñez, mi juventud, mi brillo, mi inocencia y pureza,
Pero los sueños, la ingenuidad, la fantasía siguen en mi corazón.

Y aunque a grande llegue un día gris, muy a mi pesar,
Seguiré siendo el niño aquel, el que no se ríe ni llora,
Pero se alegra imaginando, y sabe amar, escribir y jugar.

ESPEJO

Si pudiera detener el tiempo en un eterno silencio
Para oír el rugir de mis pensamientos,
Y vestir con alegrías nuevas las caricias del corazón,
Mirándome en el espejo de la tirana histeria de los deseos.

Y ver los brazos míos expandiéndose, como un zumbido,
Casi verde, pero algo azul, un azul prohibido,
Frente al espejo que los imita, que los hace presos
Del amor que me tengo, y que tengo por lo mío.

Si al mirarme descubriese un rostro errante, taciturno
Melancólico, silente, disperso y orgulloso,
Los labios míos se cerrarían para siempre,
Buscando la respuesta al rezo más hermoso.

En ese espejo, que si pudiera, llevaría siempre conmigo,
Para oír el despertar del sol hiriente y adormecido.
Que me muestre lo que nadie ve en mí, pues, sólo aquello
Que cambia, que duele... y que me mienta al oído.

Si pudiera parar el tiempo con un resoplar agonizante,
Y en un azul marino, teñir mi corazón purpurino,
Para que mi espejo refleje todo aquello que se ve
Y lo que nadie sabe que tengo, porque está en mí dormido.

PARA SIEMPRE MIO

Porque sabes que mi amor es tuyo,
Porque sé que tu amor es mío.
Porque las palabras se pierden fuera de mí,
Si no las une el amor que sentimos.

Porque sientes este amor mío por tus venas,
Porque siento por mis poros entrar tu amor.
Porque el homenaje más grande y bello nos rendimos,
Estando siempre juntos, entregando el corazón.

Porque sabes que mis caricias nacen en tus manos,
Porque sé que tus misterios mueren en mi piel.
Porque el destino te puso en mi camino, y a mi en el tuyo
Para que sintiésemos este amor tan profundo, crecer.

Porque no quiero que pese la soledad,
Porque contigo, el sol alumbra mi camino.
Porque Dios me dio el regalo más grato y valioso:
Tener tu amor, y que sea para siempre mío.

LAS DOS MITADES DE MI CORAZÓN

Las dos mitades de mi corazón están dividas
Por el cansancio y por el amor, o tal vez
Por el orgullo y la obstinación, no lo sé
Pero igual duele el no poderlo entender.

Las dos mitades de mi corazón se tiñen con la tinta
Que derraman tus lágrimas de fantasía,
Triste y difusa ilusión, que ni el daño profundo
Que causa tu engaño le quita su vida.

Las dos mitades de mi corazón están en discordia
Por tu cobardía. Una mitad defiende tu acción,
La otra te culpa por dejarla herida, sin consuelo,
Recordando cuando eran un solo corazón.

Las dos mitades de mi corazón se reencuentran y se pierden,
Se baten a duelo y vuelven a perder,
Tal vez por cansancio, tal vez por ceder,
Tal vez sean desengaño y soberbia, dolor y placer.

Las dos mitades de mi corazón se cansan de pelear
Porque sienten esta inmensa soledad, este gran dolor.
Que una mitad, sin la otra no sabe vivir, no sabe qué hacer,
Y olvida el orgullo, el cansancio, el amor y la obstinación.

Para encontrarse en la otra mitad, que aún no pierde el rencor,
Porque tiene en sus raíces el sello de la unión...
Se disculpan las dos mitades, aliviando cualquier dolor,
Porque aún, sin ti, pueden vivir como un solo corazón.

LÚGUBRE ACLARACIÓN

No esperes que haya aquí, ni una ni mil noches perfumadas,
Pues, sólo existe el día, es decir, la mañana y la tarde, para mí;
La noche sólo es mi fuente divina, de divina inspiración,
Y no le podría escribir con las letras usadas, con las cuales ya escribí,

Inspiración, no perfuma mis noches, sólo les da sabor,
No contagia mis oídos, ni abraza mi cuerpo gélido y dormido.
Inspiración no me aconseja, ni me mueve para recomenzar,
No respira mi aire, no ronca, no canta, no ríe, ni juega conmigo.

Sólo mi día está perfumado, porque de noche, las flores duermen,
Y ningún desodorante dura lo que la luna en el cielo oscuro.
Aunque la inspiración me transporta a un mundo bello y distinto,
El letargo de esperar sentir su aroma lo llevo conmigo seguro.

Inspiración, tú eres mi inspiración, tal vez sea por eso
Que no necesito que la lúgubre noche sea perfumada,
Porque te abrazas a mí, casi todo el día, sin importar nada...
Duermes rodeando mi cuerpo, y amaneces junto a mi almohada.

No puedo percibir ningún aroma en las noches de inspiración.
Las noches no son perfumadas, es mi lúgubre aclaración.
Retengo en mí, el perfume de la tarde, de la mañana...
Si no estoy preparado, tiempo al tiempo, y sangre a mi corazón.

Si no puedo sentir tu perfume por las noches,
Tiempo al tiempo... Y sangre a mi corazón.

TARDES PERFUMADAS

G racias por esas tardes con perfume a trabajo, a importancia,
A gitando el sonido que escapa de entre tus dedos
B uscando algún oído para darse a conocer, para hacerse oír.
R uega la madre, y los hijos también, que nunca nos faltes,
I luminas nuestras vidas, nos proteges y guías, siempre estás allí.
E ncaminas mis pasos con la sabiduría de tu andar eterno, aunque
L astimes mi orgullo, es tanto lo que te quiero que no puedo vivir sin ti.

MAÑANAS PERFUMADAS

M añanas perfumadas, por el aroma de tu amor, donde
A caricias mis pensamientos con tu manto de dulzura.
R uge la tristeza, lo que sola ha quedado,
G ruñe la ira, lo que en tus brazos me levanto,
A clarando el día nuevo, con tus sueños en mis ojos,
R enovados, ya limpios, transformados,
I rradiando una nueva esperanza desde tu alma a mi sien.
T odo es calma, virtud, paz, blanca tranquilidad,
A mor, sólo tu amor, desde tus venas a mi ser.

CHARLA DEBIDA

Larga jornada de duro y más duro trabajo,
Alimentas mi vida con tanto esfuerzo,
Con tanto amor, dedicación y entusiasmo
Que no me alcanza la vida para agradecerlo.

Y el tiempo, la vida o este estúpido destino
Nos han vuelto más fríos, y hoy, distanciados,
Nos gana el orgullo de abrazarnos, mirarnos a los ojos
Y hacer las paces, darnos un respiro y un apretón de manos.

Padre, qué difícil se me hace a veces la vida que elegí,
Que admiro tu entereza, tus ansias y superación.
Quisiera poder obviar lo malo que nos separó,
Aunque creo que nunca es tarde, porque te amo con el corazón.

Veo tus manos cansadas de tanta música y pasión,
Que ni mis sueños más frustrados pueden entender
Cómo sigues ese camino, con las mismas ganas de ayer
Si la vida nos lastima, no nos deja de vencer.

Detengamos el tiempo en un abrazo, para podernos decir
Todo lo que siempre quisimos, pero que callamos los dos,
Por miedo, por orgullo, por bronca, recelo o simple obstinación.
No lo sé, sólo te pido disculpas, te pido perdón.

Papá, mi amigo, mi consejero, vuélvelo a intentar,
Tenme paciencia, lo mío no es tan difícil de entender.
Y si es difícil, ten en cuenta que no es imposible,
Sólo piensa que tu hijo te ama, y quiere intentarlo otra vez.

Tal vez nunca supimos o quisimos entendernos,
Tal vez, siempre lo supimos y no lo quisimos aceptar.
Tal vez ambos buscamos que el otro cambiara primero,
Tal vez, por orgullo nos olvidamos de amar.

Pero aún no es tarde, padre, amigo, nunca es tarde,
Y menos para tus enmiendas y las mías, las de los dos.
Ésta es más bien una charla debida, desde el corazón...
Pero recuerda que tú eres mi padre, y tu hijo soy yo.

CHARLA DEBIDA

Larga jornada de duro y más duro trabajo,
Alimentas mi vida con tanto esfuerzo,
Con tanto amor, dedicación y entusiasmo
Que no me alcanza la vida para agradecerlo.

Y el tiempo, la vida o este estúpido destino
Nos han vuelto más fríos, y hoy, distanciados,
Nos gana el orgullo de abrazarnos, mirarnos a los ojos
Y hacer las paces, darnos un respiro y un apretón de manos.

Padre, qué difícil se me hace a veces la vida que elegí,
Que admiro tu entereza, tus ansias y superación.
Quisiera poder obviar lo malo que nos separó,
Aunque creo que nunca es tarde, porque te amo con el corazón.

Veo tus manos cansadas de tanta música y pasión,
Que ni mis sueños más frustrados pueden entender
Cómo sigues ese camino, con las mismas ganas de ayer
Si la vida nos lastima, no nos deja de vencer.

Detengamos el tiempo en un abrazo, para podernos decir
Todo lo que siempre quisimos, pero que callamos los dos,
Por miedo, por orgullo, por bronca, recelo o simple obstinación.
No lo sé, sólo te pido disculpas, te pido perdón.

Papá, mi amigo, mi consejero, vuélvelo a intentar,
Tenme paciencia, lo mío no es tan difícil de entender.
Y si es difícil, ten en cuenta que no es imposible,
Sólo piensa que tu hijo te ama, y quiere intentarlo otra vez.

Tal vez nunca supimos o quisimos entendernos,
Tal vez, siempre lo supimos y no lo quisimos aceptar.
Tal vez ambos buscamos que el otro cambiara primero,
Tal vez, por orgullo nos olvidamos de amar.

Pero aún no es tarde, padre, amigo, nunca es tarde,
Y menos para tus enmiendas y las mías, las de los dos.
Ésta es más bien una charla debida, desde el corazón...
Pero recuerda que tú eres mi padre, y tu hijo soy yo.

MI MADRE

Entrega en sus besos caricias para mi alma,
Recoge mis penas con su sonrisa más noble,
Enmudece mis miedos con su dulce simpatía,
En su seno acuna la ilusión mía de seguir jugando,
De seguir queriendo, de compartir con alegría.

Regala sabiduría en cada palabra nueva,
Premia con tanta dedicación cada error cometido,
Acaricia mi ser con sus manos cansadas,
En sus brazos lleva el peso de un día complicado,
Del cual descansa cuando se posa en su almohada.

Entrega su vida por aliviar mi vida, con su entereza.
Llora en silencio, con su impotencia y su desgano,
Camina en mi pensar su consejo más certero y apropiado,
Se aflige con el fracaso mío, con mi triunfo se ensalza,
Y yo sólo quiero que sepa cuánto la quiero, cuánto la amo.

Se levanta con un buen día que nadie le quitará jamás,
Y siempre dispuesta, entrega su amor, su dulzura,
Abraza mis dudas, con su tiempo oyéndome hablar,
Calma mis temores con una sonrisa perfecta, eterna,
Tan única y especial que nadie la puede borrar.

Canta en mis sueños su canción de cuna,
Arropando mis pensamientos para que duerman felices,
Escucho la plegaria que reza, mientras la observo con amor.
Me abraza, besa mi frente con un deseo nuevo y tierno
De que mañana sea mejor de lo que pudo ser hoy.

Cubre mis agonías con un gesto de dulzura y felicidad,
Demuestra eternamente que está a mi lado, siempre junto a mí,
Sabiendo que, tras la caída, para levantarme, está su fuerza y coraje.
Despierta aquel recuerdo de caminar sostenido por sus manos,
Que nadie jamás sabrá el amor que siento por mi madre.

FEBRIL MELODÍA

Danzan las notas musicales como pícaras llamas animadas,
Que enmudecen hasta los silencios, que callan a las palabras.
Danzan cantando y riendo, jugando bajo mi fiebre pasajera,
Dejando retazos de mi cuerpo entero, rompiendo mi cabeza.

Percibo la balada de sus pequeñas voces, cantando a mi lado.
Me guiñan el ojo, bajan mi fiebre, me toman la mano.
Enamoran mis oídos con el chistido de su movimiento,
Y veo que no lastiman, sólo me van durmiendo.

Siento el sonido de una bella canción
Que canta y canta por cada bella estación.
Me detengo un solo instante para oírla bien,
Oír qué bella puede ser llevarla aquí en la piel.

Danzan las notas de la más altas y sutiles melodías,
Intrigantes, bribonzuelas, contentas, joviales danzarinas,
Se esparcen cual ceniza en el viento, sin alguna prisa,
Danzan las notas por el viento musical como ceniza.

Aprecio la canción, entrando por cada espacio abierto en mí,
Canta y canta, danza y danza, y llena cada vacío de aquí.
Suscita el sonido en su andar, un estruendo en mi liviandad,
Que marca compases, ritmos y matices, en un suave tono coral.

Siento el sonido de una bella canción, por segundo día,
Que susurra tan bella letra, tan hermosa melodía.
Danzan las notas, rondando por el aire, dejando pasión,
Alegría, picardía, romance y calma dentro de mi corazón.

Se esparcen cual ceniza en el viento, sin alguna prisa,
Danzan las notas por el viento musical como ceniza.
Dejan en su ritmo, la cadencia de toda, toda nueva certeza,
Alegran mi día, bajan mi fiebre, y ya no me duele la cabeza.

LAMENTO DE UN CORAZÓN HERIDO

EL NIÑO HERIDO


Cae al amanecer sobre un dulce canto nuevo,
Empezando a creer que la vida le es injusta.
Cae ante el temor, después de la lluvia moribunda,
Cuando sucumben los sueños de una noche brusca.

Piensa al atardecer que la mañana no le fue grata,
Entre tantos desatinos que nadie jamás entenderá,
Cae en silencio, llorando, gimiendo, al suelo herido
Porque el amor que le has dado ya no volverá.

Cae al amanecer el fiel y buen niño, triste, destrozado;
Entregando lo último que le queda de valor.
Cae al suelo, descubre que todo ha terminado,
Porque la primera en irse fue la sombra de su dolor.

Piensa, al anochecer que la tarde fue muy injusta,
Cuando el último rayo de sol quemó su infante cara,
Porque con su dulzura hirió el orgullo del viento del amor,
El mismo que le pidió al niño, en silencio, que te amara.

Cae, siempre cae, porque el destino le traicionó;
Susurrando ideas vanas de lamentos de su niñez,
Cuando la gaviota noche, triste oscila acunarle
Con histerias y soledad, con dolor e insensatez.

El niño deja de temer, pues cae al amanecer toda oscura tiranía,
Tu amor se fue, en el ataúd de marfil, bajo la lluvia, encapsulado,
Viajando por los túneles fríos de un más allá, estando ya muy lejos,
Mientras de un luto negro mira al cielo, lo maldice, y se va llorando.


Piensa al amanecer que esta noche, fue muy dolorosa y triste,
Entre tanto sufrimiento, quebranto y soledad, que nadie entenderá.
Cae el niño ingenuo, desprotegido, junto a tu cuerpo, al suelo herido
Porque el amor que le has dado... Ese amor, ya no volverá.



MI ALMA HERIDA



Hoy, tras caer marchitando las horas por el camino sediento,
Dejando ese negro rastro por delante de mi felicidad;
Muere el niño que ayer estaba triste, que ayer estaba herido,
Y mis rezos, mis lamentos no lo pudieron evitar.

Las amapolas están de luto, en un manto gravitacional oscuro,
Arrojando a las cantábricas aguas las cenizas de mi volcán.
Porque el niño herido, volverá contigo, pero me deja inseguro
No queriéndose enterar del mal que provoca tanta fría soledad.

Los silencios se hacen eternos, y traen un triste aroma de dudas,
Cuántas cosas bellas podría haber hecho el niño santo, entristecido
Por el dolor de tu partida, fue creyente de que tu amor jamás volvería
Y hoy, muerto, llora el río, la luna sangra, y el sol no sale, está afligido.

El niño tenía tantas ganas de jugar, de compartir, de arriesgarse
En esta vida miserable, para reír como nadie jamás lo podrá hacer.
Pero tanto lo amo, que su partida me aniquila, y es que no importan
Cien, mil, un millón de años, siempre esperaré a que vuelva a nacer.

Y al nacer, dará vida a las muertas amapolas de nuestro amor,
Y al nacer, traerá consigo esa hermosa sonrisa, casi de fantasía.
Y al nacer, morirá la tristeza que ronda en el aire, como un fantasma,
Que se alimentó de mi esencia, ayudando a crecer la agonía.

Pero, cuánta ilusión utópicamente mía, cuánta porquería,
El niño herido que amo, se alejó por el sendero de pétalos lunares
Marchando entre las hiedras gélidas, sin conocer el dolor
De saber lo que se siente ver morir al niño, y llorarlo a mares.

Si vieran cómo cantaba en mis brazos el niño herido, cómo bailaba,
Como hacía de su mundo el mejor lugar para habitar, cuánta pasión
Entregaba a la vida, tantos desafíos, tanta ingenua pureza y libertad
Que el deseo de estar vivo murió cuando te fuiste sin un adiós.

Los silencios ya son eternos, negras las amapolas, las horas, muertas.
Y las velas que prenderé no lo traerán de vuelta a mis brazos, aquí conmigo.
Murió por el dolor de tu partida, sintiendo que tu amor no iba a volver.
Y sin el niño, llora el río, la luna sangra, y el sol no sale, porque está afligido.




MI DOLOR, HERIDO



Mañana, cuando ya no quede más nada aquí por hacer,
Caeré rendido a los pies del Rey Otoño, en letargo profundo,
Para dormir mi pena, mi angustia, mi culpa y mi aflicción.
En un lecho de anémonas polares, con mi llanto vagabundo.

Mañana, cuando despierte de la pesadilla de tu partida,
Y del gris adiós que el niño herido jamás pronunció,
Me veré envuelto en congoja eterna, porque ambos se han ido,
Dejando sólo el recuerdo, en mi cuerpo lleno de tanto dolor.

Mañana, cuando me halle solo y mal querido, triste y sin consuelo,
Cuando tu ausencia me duela, rebasando los límites del dolor,
Sentiré la necesidad de irme contigo, y viajar de prisa
Para abrazar al niño herido, ese que por ti, murió de amor.

Mañana, cuando mi dolor esté herido, a tal punto que
El dolor de esas partidas no sea más que mi taciturna canción,
Entenderé que me he quedado solo, sin tu cariño,
Sin sus sonrisas, sin tu compañía, sin su compasión.

Mañana, cuando despida lo que queda del día de hoy,
Comprenderé que tú te fuiste sin previo aviso, sin un adiós...
Y tras tu ida, llegó la lluvia, y el niño herido murió por tu amor,
Y tras su ida y sin su presencia, lentamente muero yo.

Mañana, cuando ya no me quede nada aquí por hacer,
Sumergiré mis ansias de querer profundamente ser feliz,
Para despertar de éste, mi dolor, herido de tanto doler,
Para volver a abrazarte fuertemente y volver a verlo sonreír.

DOS CORAZONES

Piérdete conmigo un segundo en otro mundo,
Donde no nos encuentren, donde sólo estén
Los recuerdos, los momentos, los sentidos
De esta historia de amor que nadie ve.

Piérdete conmigo en las profundidades de este abismo,
Donde no exista el tiempo, siendo dos corazones,
Para querernos, amarnos, conversar, tomar tu mano;
Y por cada beso y por cada caricia, darte mis razones.

Piérdete conmigo en los abismos de mis pasiones
Para llenar de amor tu cansado corazón,
Donde no sepan que nos amamos sin límite,
Donde sin pudor hacemos real nuestra ilusión.

Piérdete conmigo en un instante de felicidad,
Donde no existan días grises, ni lágrimas que llorar.
Piérdete conmigo, siendo sólo dos corazones
Que en secreto se buscan, y se encuentran para amar.

ENCONTRARME EN TI

Cuántos intentos desesperados por encontrarme en ti,
Aún huyendo, aún ladrando, aún queriendo
Saber que me quieres como te estoy queriendo.

Cuánto silencio en esta noche de perlas lunares,
Amplio el vacío en la habitación de mis pensamientos,
Socavando mi débil y sucio sentimiento.

Cuántos momentos perdidos en tus fríos labios,
Aún lastimados, aún tibios, aún traicioneros,
Como el deseo de libertad de tu amor prisionero.

Cuánto dolor, tristeza, apatía, por querer entenderte,
Por querer hacer mía la esperanza inerte y distante
De sentir que tu amor es mi amor, liviano y andante.

Cuántas ansias de hacer tuyo mi mundo,
Cuántos deseos de ser tu mundo entero,
Aún lastimado, aún dolido, aún indefenso.

Cuántos ensayos exhaustivos por acercarme a tu pensar,
Aún confundido, aún equívoco, aún ignorante;
Como mi orgullo taciturno, gélido y errante.

Cuántos gritos de furia, de triste suspicacia, de omnipotencia,
Aún castigada por la desgracia pasada de tu historia,
Como el silencio hiriente de tu frágil y orgullosa memoria.

Cuántos intentos desesperados por encontrarme en ti,
Aún huyendo, aún gritando, aún queriendo; y cansado
De saber que aún no me amas como yo te amo.

CUATRO VERSOS

Cómo desatas mi mente con tanta pasión y entrega
Abrazando mi sueño más perfecto de verte bien.
Cómo despiertas la ilusión con tan poco esfuerzo,
Entregando la dulzura de tu andar, la ternura de tu piel.

Cómo despliegas las alas de mi mundo cuando gritas
Lo que en mutismo nadie puede jamás silenciar.
Tanto amor, que ni todo el mal de este planeta inerte
Puede nuestras almas entrelazadas separar.

Cómo revives mis ardores en tu liviandad, en tu esencia,
Acariciando con un dedo mi imperfecto dolor.
Cómo callas con un beso los gruesos labios de la locura,
Albergando mis dudas y miedos en tu corazón.

Cómo alimentas mis emociones y sentimientos más sinceros
Con los ojos color sueño, con el sueño de un nuevo color.
Cómo aprisionas mis lamentos en las paredes de tu compasión,
Guiando hacia un nuevo amanecer, mis sentidos, mi valor.

Cómo cantan tus fantasías en mi andar más osado,
Susurrando en mis oídos, palabras mágicas de amor.
Cómo demuestras tanto cariño con una simple sonrisa,
Desenlazando mis ansias, mi felicidad, mi pasión.

Cómo reanimas mi cuerpo con un abrazo sincero, eterno,
Tan perfecto, impasible, divino, de un dulce y suave calor.
Cómo encaminas mis perdidas ilusiones con un “te amo” honesto,
Abriendo mis alas, para volar juntos bajo esta nueva sensación.

Cómo despiertas en mi lo que tenía dormido, apagado y perdido,
Con dos minutos de tu tiempo escuchándome hablar.
Cómo mereces el cielo, el Paraíso, la Tierra, el cosmos, mi amor,
Si contigo, aprendí lo que es un beso, lo que es amar.

Cómo no darte cada verso, cada rosa, tragándome las espinas,
Si me diste el todo de lo que siempre creí, era nada, vacío...
Cómo no dedicar mi vida a consagrarte, con todo el corazón,
Si mi amor siempre fue tuyo, y tu amor es para siempre mío.

Cómo colmas mis blondas ideas con el beso que enmudece,
Enredando con caricias mis rojizos cabellos moribundos.
Cómo recitar tanto amor en cuatro versos locos y vulgares,
Si esto que siento, es el amor más grande del mundo.

Cómo enclaustrar en un marco de papel, todo lo que por ti siento,
Si esto que siento es amor, el más grande del universo.
Cómo puedo demostrarlo y contigo compartirlo, si no puedo
Escribirlo y encerrarlo en cuatro ordinarios y vacíos versos.

UN SUEÑO

Nave espacial que transportas ese pequeño ser del alba;
Que suscita en su mente como gimiendo un fuerte deseo,
Sobre el seno de su madre, que lo arropa, y que calma,
La aspereza que dio fuerza al feroz sueño de Teseo.

Duérmete rápido, niño espacial, que Artemisa te espera
Para invitarte a bogar por los océanos de Poseidón.
Donde la dulce Deméter te tiene preparada una nueva aventura,
Donde la lira de Fausto transforma tu quejido en canción.

Camina un poco más hasta las playas de Éolo,
Que allí te aguarda el malvado cíclope Polifemo,
Para combatir como dos grandes, como dos guerreros
Que intentan probar sus fuerzas, que buscan cumplir su sueño.

¿Oyes esa melodía que proviene de las montañas?
Es la voz de la diosa Hestia, que protege tu dulce hogar,
Para que en tus sueños, tranquilo, sigas marchando,
Para que descanse tu pequeño cuerpecito de tanto andar.

Llama a Perséfone que necesita un amigo que le de compañía,
Porque cada noche solitaria, la luna hace brillar,
Junto a las dulces constelaciones que pueblan el cielo,
Mientras las nereidas perfuman con risas el mar.

Nave espacial que transportas al niño Teseo,
No lo despiertes, déjalo dormir un rato más.
Que juegue en el Olimpo, con los dioses griegos,
Que mañana con astronautas y astros, querrá soñar.

DUELE

Bajo la tristeza de los álamos que caen dormidos,
Sucumbe el deseo de gritar tu nombre,
Pero duele el punzante rugir de mi grito
Cuando no respondes, cuando no estás conmigo.

Y duele, cómo duele, el deseo de dejar de sufrir,
Mientras te acuna la noche fría sin esperanzas,
Porque el manto de estrellas que te tejió mi amor,
Lo perdiste vagando, entre las ganas de vivir.

Y descubriste un mundo nuevo, una jungla de pasiones,
Donde viajan los pensamientos conectados,
Donde dejé que tú fueras quien descubriera el mundo,
Lejos de mis brazos, de mis versos y canciones.

Y duele, cómo duele, cuánto duele deshacer tu daño,
Pero más duele ser maduro y centrado,
Porque te dispersas, buscando un nido nuevo,
Porque quieres volar alto, muy alto, escapando de mi lado.

Sobre la frondosa hierba de los sueños sepultados,
Descansa mi corazón, herido y mal usado,
Deseando, queriendo, rezando, pidiendo
Que a tus oídos lleguen mis “te quiero”, mis “te amo”.

Y duele, ¿por qué duele, amor? Si aún te sigo amando,
Mi nombre está marcado con el carmesí de tu sangre,
Con el fuego inerte que extinguiste al marcharte,
Porque mi calor no fue lo que tu frío cuerpo estaba buscando.

Lejos de mis labios, hoy están los tuyos, amor mío...
Sobre el verde musgo de los nobles ilusos pinos,
Donde danzas, donde abrazas, donde revuelas.
Lejos de mí, tan lejos que estoy muriéndome de frío.

Y duele, cómo duele, saber que ayer te amaba y me amabas...
Saber, sentir, tenerte a mi lado, sin alas para volar,
Sin cumbres que explorar, sin piélagos que penetrar.
Sólo un deseo, dos almas y la calma que tanto deseabas.

Y cómo duele no darte esa calma que tanto deseabas...

NADIE TE AMARÁ COMO YO TE AMO

No preguntes por qué me marcho, por qué me voy,
Si entraste a mi vida, sin desearlo, sin saberlo, sin buscarlo...
No es momento de analizarlo, no hay motivos, murió el amor.
Llevándome a dejarte, sin pensarlo, sin quererlo, sin soñarlo.

Y sin llorar, sin mirar atrás, sin despedidas y sin olvidos,
Sin temores, sin culpas, y sin pena me alejo de tu lado,
De tus sueños, de tus llantos, de tus miedos, del peso
Que cargué con los años soportando tu indiferencia y tu frío.

No intentes disculparte, no me interesa oír mentiras,
Nunca supiste el valor que representa el pedir perdón,
Pues tú te creíste siempre en la razón, tu verdad valía,
Y hoy es un precio que no pagaría con mi infeliz vida.

Me fastidia el silencio que tus palabras provocan,
Me amarga de tus besos inertes el asqueroso sabor.
Porque me harté de rogar un puñado de cariño,
Porque me cansé de mendigar un poco de amor.

Y sin buscar un motivo en mi cansancio de sueños muertos,
Y sin buscar una respuesta a mi dulce determinación,
Decido alejarme del dolor que me ahogó.
Decido despedirme de nuestra vieja historia de amor.

No preguntes por qué me marcho, por qué te dejo,
No te inquietes, ya vendrá alguien mejor.
Me voy llorando con el vacío de un cuerpo
Que sólo quiso poblar con caricias su corazón.

Y no busques pretextos para pedirme que regrese,
Porque tu orgullo fue mejor compañero que yo.
Porque tu soberbia en mis noches de soledad
Colmó mi cansancio, haciéndose eco en mi dolor.

Me mortifica el silencio que tus palabras incitan,
Me amarga de tus brazos hirientes el impasible calor.
Porque me harté de suplicar un manojo de ternura,
Porque me cansé de mendigar un poco de amor.

Cuánta locura la que derramaron mis duendes deseos
De verte radiante, de hacerte feliz, de estar a tu lado.
Tanta que nadie hizo algo parecido por ti, y menos por mi,
Tanta locura, que jamás te amarán como yo te amo.

HUMO

Danza, danza, juega, juega,
Da volteretas, se retuerce a gusto.
Pícaro ardor, a veces sin sabor,
De mis labios, saliente humo.

Vuela, vuela, se esparce, se esparce,
Busca las alturas para allí quedarse,
Nadie lo condena porque allí no llega nadie ,
Humo escandaloso que busca escaparse.

Danza, danza, me llama, me llama,
Sale de mis labios en forma de cortina,
Retoza en mis adentros como un niño vagabundo,
Y en mi enfermedad adictiva, es el humo mi morfina.

Corre, corre, se expande, se expande, lo veo.
Humo que te aspiro, como un sueño nuevo,
Ya ni cuenta tengo de lo que estoy haciendo,
De mi cigarrillo sales hacia mis adentros.

Diré que es el último que fumo, pero es mentira,
Mas no tendré piedad, si Dios me castiga, y no perdona.
¿Me crees si te digo que fumo sólo porque el humo
Es lo que me fascina ver salir de mi boca?

SOBERBIA ANIMAL

Antílopes galopando por el vuelo astral de la selva muerta,
Buscando imágenes que el fuego extinguió
En un atardecer de fina soledad aislante.
Antílopes vagando, buscando lo que murió.

El hechizo de la madre tierra deshizo el amor,
Entre los mirtos y las palmeras, entre aves y peces,
Entre el orangután, la gaviota y el cangrejo.
El hechizo de la madre tierra dividió las especies.

Cebras nadando por el mar de confusión que la lucha provoca,
Tratando de encontrar algo remoto y errante,
Perdido entre las telas que cuelgan de este cuarto de matanza,
Cebras confundidas, ven morir todo distante.

Gacelas pequeñas, que su paso ya agigantan,
Escapan de las llamas de la gloriosa y nefasta violencia,
En una noche gélida, tirana y escrupulosa.
Gacelas pequeñas, que aún no toman conciencia.

Selva roja, bosque negro, el fuego que quema, que extingue,
Destruye con su dolor la hermandad de las especies,
Fugando a la última estrella que testimoniaba tal crueldad.
Selva roja, bosque negro, como lo hizo con Eva, la serpiente...

El león ya no es el rey, todos quieren ser superior a él,
Porque la llama que extingue todo, esa descomunal,
Aviva el fuego que quema la esencia de la selva, del bosque.
El león ya no es el rey, porque nació la soberana soberbia animal.

PALABRAS

Me dijiste “quédate conmigo, no me vayas a dejar...”
Me dijiste que me amabas. Me lo dijiste al oído,
Y pretendiste un perdón para poder olvidar
El daño que hizo, que un día no estuviera contigo.

Y en el suelo te quedaste, llorando, llorando.
Dijiste tantas cosas bellas, bellas las palabras,
Pero son como rosas que el tiempo va marchitando,
Igual que tu recuerdo, igual que la nostalgia.

Me dijiste con total dulzura: “tómame la mano”.
Me dijiste que al tomarla, fuéramos a caminar.
Me prometiste amor, diciendo sólo un “te amo”,
Intentando con tan poco, enseñarme a amar.

Quisiste callar mis labios con un beso letal de amor
Y dejaste pequeñas las palabras, grande la pena, la soledad,
Rodeando mi cuello con mentiras, entre tus brazos
Pretendiendo que tu engaño fuera mi felicidad.

Me dijiste “quédate en mis brazos, sólo un rato más”;
Y descubrí lo que nadie jamás me había hecho sentir...
Erróneamente querido, amado, sin ninguna necesidad,
Pero hoy llámale “mentiras”, sin ansias, sin ganas de vivir...

Y en el suelo permaneciste, llorando, llorando.
Dijiste tantas cosas humanas, mediocres palabras,
Que sonaron como rosas que ya el tiempo marchitó,
Igual que la vida que juntos tuvimos: amarga, amarga...

Qué bella traición la tuya, cobarde, cobarde
¿Por qué no tuviste el valor de hacer claro tu engaño?
Hoy, con mi andar de moribundo, no quiero quedarme
Y así, como un día llegué, con valor, te voy dejando...

Me dijiste “quédate conmigo, perdona mi error”
Y no dije nada, por respeto a mi herido corazón.
Te arrastraste, simulando el dolor de mi partida,
Pero... reconozco cuán grande fue tu actuación.

Me dijiste que por mí la vida darías, que me querías.
Prometiste serme fiel, suspirando, gimiendo de dolor.
Cuántas palabras, mentiras, tanta irónica utopía,
Palabras que fueron rosas que el tiempo marchitó...

SEIS PRIMAVERAS

Cuántas viejas primaveras tendré que esperar
Para tener noticias nuevas del amor que partió.
Cuánta angustia eterna tendré yo que soportar
Para apaciguar todo mi solar repleto de dolor.

Cuántas nuevas primaveras tendré que ver pasar
Para que a mis manos su carta traiga la dulce paloma,
Tantas, que las que han pasado no las puedo contar,
Tantas que de pena se abate el pensamiento que asoma.

Cuántas viejas primaveras tendré que recordar
Para que los dioses de vuelta te traigan a mi vida.
Cuánta eternidad tendida de un hilo fino de cristal,
Que consume mi esperanza dejando soledad, agonía.

Cuántas nuevas primaveras tendré que resignar
Para esperar tu regreso, a salvo y con vida.
Tantas, que seis inviernos y seis otoños ya han pasado,
Y con ellos mis ilusiones, mis sueños y alegrías.

Cuántas viejas primaveras tendré que enterrar
En el espacio colmado de vacío, dentro de mi corazón,
Porque cada mañana te espero, pero tú no llegas,
Porque hace más de seis primaveras, te fuiste mi amor.

Cuántas primaveras viejas, nuevas, simples y complejas
En mi habitación desolada y triste, han pasado,
Tú no regresas, ni regresarás, porque ya no me dejas...
Porque hace seis primaveras que me has dejado.

UNA HOJA

Una hoja, hoja chiquita,
Pequeña, pequeñita.
Donde escribo lo que siento,
Con la ilusión bien bonita.

Una hoja, hoja diminuta,
Pequeña, casi inexistente,
Donde vuelco lo que es mío,
Para hacerlo permanente.

Una hoja, una pluma,
Un poema, verso o poesía,
Escribo y escribo lo que
Me susurra la efímera vida.

Una hoja, común, hoja chiquita,
Algo pequeñita, bien pequeña;
Donde mi creencia se plasma
En las curvas de su misma esencia.

Una hoja, una hoja pequeñita,
Suave, de buen gramaje, al parecer,
Donde escribo como si fuese poeta,
Donde vuelco por completo mi ser.

JUGAR

Quise salir a jugar, y conseguir un rastrillo
Para labrar mis pensamientos
Y plantarlos a la orilla del dulce río.

Quise salir a jugar, y acumular las cartas
Que cuando niño escribía en navidad,
Y ofrecerlas por caricias siempre santas.

Quise salir a jugar, y recorrer el mundo entero
Con un barco de papel, hecho de ilusiones
Navegando sin censura, sólo con mi sombrero.

Quise salir a jugar, y pasar por tu casa amigo mío,
Para invitarte a armar un castillo de arena
Con mis manos, las tuyas, y el lodo del dulce río.

Quise salir a jugar, y me olvidé que ya era tarde,
Me aguardaba la calma de nuestro hogar,
Donde estabas esperándome, para amarme.

Quise salir a jugar, y borrar el aburrimiento,
Y recordé que más feliz soy en casa contigo
Que saliendo a jugar, recorriendo el mundo entero.

DESCANSO

Hoy desperté ya casi al mediodía,
Molesto, cansado, en plena soledad,
Sintiendo extrañamente, con fuerza
El ruido lejano de algún fastuoso mar.

Entre el barullo de los transeúntes
Caminantes, caminos y mocedad
No alcancé a oír bien con detalle
Si las olas que escucho, vienen o van.

Y preferí cerrar la ventana y la puerta,
Para calmar mi dolor de cabeza, mi lealtad
Al dulce sueño de necesitar durmiendo
Aunque sea unas horas más poder descansar.

COMPRENSIÓN

Se enojó porque nadie le entendía,
Y aún sin querer ser comprendida
Pidió un poco de paz, de piedad;
Para hacer más liviano su día.

Qué molesta que se hallaba todavía,
Y ya habían pasado varias horas
De ese enojo de matices grises,
Donde dejó plasmada su bronca.

Es un enojo que pasará en algún momento,
Sin lágrimas secas en un llanto enredado
Con la madreselva del dolor en la garganta,
Por la esperada ayuda que nadie le ha dado.

Qué distante está la calma de su mente,
Tan distante, que a lo lejos asoma,
Mientras grita, insulta, sube y baja,
Vuela, bate, y revuela como paloma.

Se enojó con el mundo tan vacío,
tan poco pulcro repleto de porquería.
Porque quería que no la molestaran,
Porque quería ser comprendida.

BOSQUE

Verde, qué verde, siempre verde
En ese bosque repleto de deseos
En ese bosque calmo y perenne,
Verde, qué verde, siempre verde.

Pinos comunes, majestuosos y simples,
Delicados, altos, robustos, esbeltos,
Donde hace nido la ansiada libertad
Pinos verdes, qué verdes y derechos.

Verde, como la profundidad del mar tropical,
Donde una concha dejó su ilusión,
Donde un cangrejo quedó para confundirse,
Lejos, bien lejos de mi bosque de pasión.

Verde, qué verde. Y decirte que siempre es verde.
En la distancia entre mi bosque y tu mar,
En la distancia entre el vacío y las ganas de verte,
Verde, más que verde; siempre verde.

Robles pintados, magnánimos, risueños,
Delicados, ásperos, suaves, cercanos al río,
Erguidos, bien plantados, siempre bellos,
Robles verdes, siempre verdes, siempre míos.

Verde, qué verde, siempre verde
En ese bosque repleto de deseos
En ese bosque calmo y perenne,
Verde, qué verde, siempre verde.

ADICCIÓN

Necesidad de tenerte en mis manos,
Cual paloma risueña, pequeña, siempre frágil.
Para quererte, para adorarte,
Cual bandera flameante en el mástil.

Vocación, de querer beber de tus labios,
Cual cruel adicción, despiadada e inevitable.
Como un gladiolo marchitando frío, con el daño,
Como el petirrojo del vuelo incuestionable.

Deseo de soñar algo eterno y junto a ti,
Sin culpa ni resentimiento por tal egoísmo.
Porque tu amor está conmigo, es quien me mueve
Como para hacer tuyo el cielo mismo.

Necesidad de vivir en tu regazo, con tu amparo, tu consuelo,
Cual otoño moribundo, gélido y cálido, frágil y tierno;
Que se consume en tus dedos, recorriendo todo tu cuerpo,
Para decir cuánto te amo, para demostrarte lo que siento.

Voluntad, feroz y ufana voluntad, siempre tan mía,
Que carcome mi sentido común, tan mancillado.
Porque me mueve hacia esa sensación nerviosa:El dolor de saber y de sentir cuánto te amo.

SILENCIO

Silencio, mis sueños duermen,
Donde tranquilos los dejé reposando,
Donde soñé algún día poseerles.

Silencio, que mi cabeza se parte en pedazos,
Los ojos míos se desorbitan taciturnos,
Buscando algún sedante amor lejano.

Calla a la cigarra, enmudece al grillo,
¿Qué no ven que aquí descanso un poco,
Para luego, como pueda, seguir mi camino?

Silencio, perpetuo, sagrado, dormido,
Mis deseos sucumben ante la mañana gris
De algún día moribundo, risueño y prohibido.

Silencio, silencio, las estrellas se van apagando,
Cuando crece en mi la afonía, el sosiego
De andar por la vida, de estarte esperando.

Calla a ese perro, acaricia mis manos,
Mi cabeza estalla, se durmieron mis ilusiones,
Cansadas de esperar que esté a mi lado.

Silencio, que mis sueños duermen,
Silencio que mi ansiada soledad ya llegó,
Y quiero saber si mi amor con ella vuelve.

Silencio, no sean impertinentes, hombres,
Que mi cansada pasión, está reposando
Entre corolas, pétalos, álamos y robles.

Calla, pues, a las avecillas que por la ventana
Trinan y revuelan sin piedad alguna.
Quiero silencio en esta tenue mañana.

Cierra las persianas, que me duele la cabeza
Al oírles, al saber que siguen abiertas,
Pues siento una puntada, dolor, aspereza.

Silencio, que mi amor aún no regresa,
Y eso provoca un dolor en mi alma rota,
Y su ausencia me da sueño, me da pereza.

Silencio, la madreselva quiere rezar contigo,
Ya le pide a Dios que me dejes descansar silente,
Hasta que el amor que dejé ir, vuelva conmigo.

SENTIRME FELIZ

Me siento como una estrella,
No por su resplandor,
Sino porque irradio esa luz fantástica,
La de mi corazón.

Hoy me siento como el viento boreal,
No por ser norteño,
Sino por esa fuerza
Con que lleva y trae cada sueño.

Me siento como el océano,
Tan calmo y profundo como es,
Porque en sus adentros esconde
Secretos que sólo yo sé.

Me siento como un pequeño gran poeta,
Pero no por lo que escribo,
Sino porque admiro a los que son grandes
Y sus senderos yo persigo.

Me siento como una estrella,
Que no sólo por su luz brilla,
Sino porque tiene la capacidad
De portarla toda la vida.

Hoy me siento como un silencio,
Que ronda por doquier,
Sin importar los sueños
Que los hombres han de tener.

Me siento como la radiante
Y magnífica primavera,
Porque trae esa ilusión de vida
Nueva y sempiterna.

Me siento como el halcón
Que en la cima se renueva,
No por volar alto,
Sino porque simplemente vuela.

Hoy me siento como la tierra añeja,
Y siempre eterna,
Porque es firme, tenaz
Y lo más bello nace de ella.

Hoy me siento feliz, como la lluvia inocente
Cuando cae sobre el río,
Porque fecunda en mí el deseo De sentirme útil, de sentirme vivo.

NO DEJÉIS PASAR LA LUZ

Encontradme dormido, siempre eterno y reposando
En el solar de las horas que marchitan,
En las caricias de una nueva raza, siempre divagando.

Descubridme, pues, en cada suspiro azul, y melancólico
Que mis venas opacan la seriedad de vuestro ser
Con el latir de la sangre nueva, y vigente el deseo irónico.

No dejéis pasar la luz del sol por la ventana, amado niño,
Que mi ángel se fue volando, y no sé si volverá,
Porque el deseo de vanas glorias me dejó sin su cariño.

Callado me he encontrado, prudente, despacio y entre gemidos,
Buscando lo que anhelo deciros desde hace tiempo,
Recordando las palabras que jamás quemaron mis suspiros.

Cuánta soledad devela esta mañana, mientras dormitaba,
Entre sábanas de vacío, sobre una almohada fría,
Sabiendo que vuestro grito más osado, al fin me despertaba.

Encontradme dormido, siempre triste, siempre taciturno,
En el desván de los sueños rotos y olvidados,
Junto al silencio y al sarcasmo, cerca del miedo vagabundo.

Y si lo eterno se renueva, y si lo nuevo se hace infinitamente mío,
Decidle a la mediocridad que me acompañe
A resucitar lo que aquel amor cautivo dejó ahogar en el río.

No golpeéis mi puerta, niño mío, salid pronto, seguid jugando,
Dejadme abandonado en la alcoba del dolor
Para despertar con el sentimiento retorcido de sentidme amado.




Secad esas lágrimas, amado infante, amado y querido,
No penséis que fue tu culpa, tú eres sólo un niño,
Eres el niño ingenuidad, y su amor, para mi, algo prohibido.

No dejéis pasar la luz por el umbral de la pasión, de la distancia
Porque a mí no me interesa quedar expuesto y solitario,
Retorciéndome en lo que quise deciros y me llena de nostalgia.

No la dejéis pasar por la ventana para nada triste imaginar,
No habléis de eso que me mortifica, por respeto, por piedad
Que el ángel que amé tanto, se fue volando, y no sé si volverá.

ÁNGELES FELICES

Cuando los ángeles profesan tu amor
No llueve, no truena, no hace frío,
Se enciende el fuego de la pasión.

Cambia el sentido la mañana
Si tus ojos despiertan viendo los míos,
Si mi cabeza se posa en tu almohada.

Cuando los ángeles ríen felices
Las horas se detienen un instante,
Pintando los sueños con mil matices.

Se renuevan mis primaveras
En tu vieja terquedad dormida,
Porque mi ilusión en ti despierta.

Amor, cuántas cosas produce tu entrega
En este pobre y enamorado corazón,
Tanto amor, tanto cariño. ¡Ay!, si supieras...

Cuando Dios perdona mis errores
Me vuelve dichoso a tu lado, amor.
Suma valor, sustrae temores.

Cambia mi llanto feroz e impío
Por tus carcajadas más alegres,
Cuando unes tus labios con los míos.

Y sueño, sueño profundo contigo
Para no despertar de la cálida sensación
De saber que solo allí tú estás conmigo.

Cambian, cuántas cosas cambian, vida mía
Porque te tengo, como el cielo a las estrellas
En mis noches grises, aunque espere todo el día.

Cuando los ángeles profesan tu amor
Nadie duerme, todo se detiene, siento calma,
Porque se llena mi alma de toda tu ilusión.

Y siento, sólo siento dentro mío tus palabras
Que de mis hojas se desbordan sin razón
Si recibo tu paz, en cada beso, en cada mirada.

Se renuevan mis primaveras, mi corazón
En tu calidez, en tu sencillez, en tu entrega.
¡Ay amor, si supieras! Cuán grande es mi amor.

Cuando los ángeles dicen te amo,
Me roban la voz, se sienten felices
Porque soy feliz de estar a tu lado.

Ángeles felices, canciones alegres, noches frescas de verano,
Sonetos dulces en esta gran fiesta donde bailan todos.
Porque me amas, porque nos tenemos, porque te amo.

BRILLO DE ESTRELLA

La noche dejó ir a una estrella,
Permitiéndole, su sueño realizar,
Pues, ésta quería ser más luminosa,
Tan sólo quería brillar un poco más.

Caminó, y caminó, sin rumbo fijo,
La pobre estrella hasta la eternidad,
Descansaba de día, de noche salía,
Surcaba los mares de tanto andar.

La noche, paciente, en su empresa observaba,
A la estrella pequeña y valiente, caminar,
Sólo rezaba, para que pronto, algún día,
Pudiera ese brillo, la estrella encontrar.

Y los días tristes pasaban, caían,
Sin siquiera un brillo, una luz para hallar,
Y la estrella seguía su marcha, esperanzada,
Buscando una ilusión que pudiera alumbrar.

Qué apenada estaba la madre noche,
Que se nubló su semblante de tanto penar.
La estrella perseguía un sueño, casi imposible,
No dándose cuenta que más no podía fulgurar.

El día intentó aconsejar a la estrella
Haciéndole ver la realidad,
Ella nació con brillo propio, luz divina,
Y no todos resplandecen, ni pueden brillar.

La estrella, entre sueños, oyó al día,
Aunque al principio no lo quería aceptar,
Sólo buscaba que el cielo se sintiera orgulloso
Del brillo que su figura pudiera emanar.

Y triste, pero calma, volvió la estrella,
Junto a su ansiada noche, a su hogar,
Sabiendo que no era la luz la que brilla,
Sino quien sea capaz de luz irradiar.

La estrella nació para alumbrar con su brillo
El camino, al caminante, y su andar.
Y por poco que fuere su resplandor,La estrella es estrella y siempre va a brillar.

TU AUSENCIA

Lejos de la realidad lo he encontrado,
Es el silencio perpetuo y agonizante.
Busca la historia de algún caminante,
Busca la huella que tú has dejado.

Lejos de tus besos quedó mi cariño,
Aislado de sueños y de ilusiones.
Busca recuerdos, busca pasiones,
Aún busca en tus brazos algún abrigo.

Dónde encontrar unos labios dulces como esos,
Que me llenen de pureza, de alegría.
Cuándo terminará este dolor en mi vida,
Si cada boca que rozo tiene el sabor de tus besos.

Lejos de un futuro incierto la he encontrado,
Es la soledad amiga, gélida, dolorosa,
Que anhela encontrar esa paz tan gloriosa,
Con el deseo que retorna, aún enamorado.

Lejos de la calma que llora, lo he perdido,
Es el deseo recóndito, ufano, distante,
Que clama a los dioses que sea como antes,
Tú a mi lado, dulcemente y yo amante contigo.

Dónde buscar la pasión que me dio tu presencia,
Si cada cuerpo es frío, lejano, prohibido.
Cómo calmar en mi ser este dolor maldito,
Si a mi cuerpo vacío sólo lo llena tu ausencia.

Lejos de la felicidad quedó mi destino,
En camino opuesto al tuyo, algo perdido.
Porque tu cariño ya no está aquí, ya no es mío,
Porque tu ausencia es amor que muere conmigo.