martes, 29 de abril de 2008

ASTROS DURMIENTES

Bóveda Celeste, que en tus paredes albergas leyendas,
Con el rugir del león, las alas del Pegaso y la historia
De viejas y remotas celebridades de la imaginación
De antiguos hombres, de nuevos descubridores.

La lira, sobre la mesa, junto a la balanza de hércules,
Suena en las manos de Cassiopeia, mientras duerme
Al cisne, a la osa mayor, a los peces y al negro cuervo,
Pensando cómo liberar a su hija Andrómeda del mal.

Y los hermanos Pólux y Castor pelean contra la hidra Macho,
Y el de fuerza sobrehumana, caza a la ballena y al pez austral,
Mientras el pájaro del Paraíso canta, con el unicornio y el fénix
Una canción de cuna para el zorro menor, la otra osa y el delfín.

En el suelo, el telescopio, el triángulo, el compás, el reloj,
La brújula del boyero, el escorpión, el octante y el indio durmiendo,
Porque el sol saluda al día, y la noche se lleva al caballito,
Para que no dañe su vista, para que sueñe con el cangrejo.

Bóveda celeste, que de luces entiendes, como la liebre y el lince,
Como el águila y la paloma, como el dragón y la grulla,
Despierta al toro, el que cuida la jirafa, y llévalo
Junto al sendero de estrellas huérfanas, hasta el Fornax.

Y dile, bóveda de astros, que quiebras la flecha, y das paz,
A la dulce y tierna Virgen, que ilumina el cielo nocturnal
Que cubra con su manto de vela al carnero, y al centauro,
Al can menor y al mayor, que aplaste a la serpiente.

Dulce pantalla de perlas blancas, brillantes y longevas,
Que el escultor se encargó de crear con su cincel,
Pinta de azul el alma mía escondiendo al lagarto y al camaleón,
Para que descansen cuando el sol aparezca.

Bóveda celeste que la escuadra usas en el altar,
Envuelve a Antlia con un deseo de noche eterna, sin final,
Para que brillen todas, pero todas las constelaciones
Que iluminan el camino del triángulo austral, del tucán y Auriga.

La cabeza y la cola se graban en el escudo de Sobieski,
Y Eridano, dueño del pez volador, guarda el dorado, de sagitario,
Para dárselo a Cefeo, para sus perros de caza, mientras el aguador
Llena de agua la copa de la corona boreal, del gran Ofiuco.

Ya el sol está por posarse sobre el firmamento, apresúrate
Bóveda celeste, en dormir a las estrellas, con un arrullo nuevo,
Mientras la cabellera de Berenices peinas con paciencia y dedicación,
Para que mañana, con más brillo, iluminen el cielo lunar.

Bóveda Celeste, que en tus paredes albergas leyendas,
Con las garras del león menor, el retículo y la cruz del sur,
Y la historia de viejas y remotas celebridades de la imaginación
De antiguos hombres, de nuevos descubridores, duérmete.

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